¿Histérica?

¿Te han tratado alguna vez de histérica?

Probablemente si. Descubre qué significa realmente.

La palabra histeria o “histérica” (pocas veces se escucha en la forma masculina) es una palabra que probablemente hemos escuchado asociada a una excitación excesiva, nerviosismo o incluso a una persona que no sabe lo que quiere o que cambia de parecer muy rápido. 

“Histeria” viene del griego “hysteron” que significa útero. Y se ha usado en el tiempo para dar explicación a una serie de síntomas asociados a las mujeres.

En la antigua Grecia se creía que el útero era un animal que deseaba tener hijos y que al no ver satisfecho su deseo, recorría el cuerpo de la mujer causando estragos.

En la edad media, lo que después se habría llamado histeria, fue asociado a lo demoníaco y las mujeres eran quemadas y castigadas por “brujas”

Y llegado el renacimiento, la medicina vuelve a interesarse por este “mal” femenino.


Más allá de la definición de cada época, lo que sí se repite en todas es la opresión a la mujer, a sus derechos, a sus deseos, a su sexualidad, básicamente a todo. 


Se ubicó a la mujer en una posición de inferioridad respecto del hombre y fue considerada como un objeto de su propiedad, el cual tenía como único fin atender a su marido, cuidar de sus hijos y de la casa. Tanto así que incluso, el reflejo de su frustración, fue definido como una enfermedad que se tenía que curar con tratamientos. Tratamientos obviamente desarrollados por médicos hombres, ya que la educación también le estaba prohibida a la mujer.


Durante el siglo XIX se trató la histeria obligando a las mujeres a tener orgasmos en las consultas de médicos y matronas, se les dijo que el problema era la falta de sexo y de hijos. Se recomendó a la mujer casarse pasada la pubertad, abriendo la puerta a miles de abusos. Pero mientras la mujer se enfrentaba a esto de forma privada, en una lucha silenciosa, a finales de siglo, los movimientos feministas comenzaron a  surgir en el mundo. Éstos centraron su labor en abrir oportunidades para las mujeres. Como acceso a la educación, creación de puestos de trabajo, etc.


Hoy, gracias a todas esas mujeres que lucharon tanto en las calles, como en silencio, pasan cosas que nos parecen obvias, pero que antes no lo eran, como votar en una elección, estudiar una carrera profesional o vivir nuestra sexualidad como más nos plazca. 

Falta mucho camino por recorrer aún, pero, tal como las luchadoras “histéricas” del ayer, somos las luchadoras “histéricas” del presente, y seguimos sintiendo frustración por las injusticias y discriminaciones que, como sexo, seguimos sufriendo. Por eso seguiremos avanzando y cambiando las reglas día a día.


Así que, la próxima vez que te traten de histérica, piensa en que es sólo un reflejo de cómo seguimos luchando por una equidad que no ha llegado completamente, pero a la que no renunciaremos nunca.


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